La directora y vocalista de Poker, Elena Vanessa Áñez Valdivia, ahora apunta a acercarse a la farándula internacional. Estará en los Latin Grammy
Todo lo que le pasó lo usó para bien. Cuando tenía 13 años sus padres se divorciaron y la dejaron a cargo de sus cuatro hermanos, junto a su abuelita Elena. Ese fue el momento más duro de su vida hasta la fecha, cuando se sintió desprotegida y abandonada, y también su mejor ejemplo para tener clarísimo que no hay logro profesional que compense empujar una familia al fracaso.
Aunque en el Facebook luzca como ‘trabajólica’ consagrada, el hogar de Elena Vanessa Áñez Valdivia (32) con Juan Carlos Narbaja y sus hijos José Luis (12) y Facundo (7) es su prioridad número uno.
La vocalista y directora del grupo Poker, también lanzada como solista, sabe quién ocupa el pedestal, pero tampoco se posterga a sí misma. Una de sus últimas aventuras será su presencia en la XVIII versión de los Latin Grammy, en Las Vegas, no como nominada, solo como invitada, pero es parte de su búsqueda de rozarse con las esferas internacionales. A Vanessa no le va mal, pero siente que no es suficiente.
¿Por qué ir a los Grammys?
No estoy ganando nada, pero deseo algún día traer un Grammy y festejar con Poker por tres días; eso sí, estamos trabajando. Solo estar en una alfombra, con artistas número uno a nivel mundial, es un honor. Cuando mi publicista de Estados Unidos me dio la noticia, lo primero que hice fue ver mi agenda y todo se acomodó. Es una experiencia increíble, ves esos shows y te empapás, como artista tengo que vivirlo.
¿Querés que la gente te vea o buscás trascender fronteras?
Por ambas cosas, tengo muchos proyectos, ando motivada, quiero avanzar. Siempre mi ambición le ganó a mi zona de confort. Musicalmente hablando, los Grammys son lo máximo.
¿Qué tenés en mente para exportar tu talento?
Con los años aprendí a guardarme las cosas, antes las lanzaba sin haberlas terminado, pero ahora me gusta decirlas cuando ya está todo listo, porque pueden surgir mil imprevistos. Sí estoy trabajando, en silencio, en un proyecto muy interesante y bonito, algo que he esperado y es el momento. Tengo ya la madurez que necesito y la estabilidad económica. Como artista no puedo quedarme con las ganas.
No te va nada mal y sin embargo sos trabajólica.
Cuando tuve a mi primer hijo a los 20 años, todo era producir, no había nada que me frene y eso casi me llevó a la tumba. Ahora que tengo 32, y dos hijos, encontré el equilibrio que todo mundo necesita. Ya sé cuándo frenar y cuándo acelerar y eso me costó años; sigo siendo un torbellino, pero con cordura.
¿No parece Vanessa el hombre de la casa?
En mis redes acostumbro mostrar a la Vanessa trabajadora, mis proyectos, la artista. Detrás de ella hay mucho trabajo, sacrificio. Soy una persona normal que le mete duro, a quien le han pasado cosas buenas y malas, como a todo el mundo y tengo un marido que siento como mi gemelo. Nadie me puede entender como él y viceversa. Ahora ya estoy compartiendo más cosas de mis hijos. Tengo clarísimo que ningún éxito profesional compensa un fracaso en tu hogar.
¿Cómo lográs esa confianza y complicidad?
Cuando me lo presentaron me dio mucha confianza. Cuando nos casamos y teníamos que establecer legalmente nuestro grupo y hacer papeles de impuestos, después de dos meses de cortejos y uno de casados, pidió que esté todo a mi nombre. Yo dije: “Este tipo es cero maldad, nada de cosas torcidas, muy natural, dado, bondadoso y eso me hizo darme a mí también”.
¿Qué da más plata, Poker o Vanessa?
Poker mantiene a Vanessa Áñez. Vanessa es un sueño personal, algo que tenía pendiente, busqué el momento de hacerlo y mi marido me dijo “metámosle”.
Tenés tres temas, ¿por qué no el disco?
Poker me consume mucho tiempo, con ensayos y reuniones, además de eso me gusta hacer tareas con mis hijos, llevarlos a sus clases o nos partimos con mi marido. No sé cómo Vanessa Áñez está proponiendo cosas porque, del 100% del tiempo, solo de 5 a 10% es para el producto Vanessa Áñez. Propuestas y composiciones hay, pero la cosa es meterse a hacerlas. No me gustan las cosas a las apuradas. Algunos piensan que pagaste para que Ubalele entre en el ranking de HTV
Ubalele nació como un jingle que nos identifique como Poker. Lo hicimos bien, con full video y fue una gran sorpresa porque mandamos el video a HTV por internet y llegó al hot ranking, superó a otros temas y eso cuesta muchísimo. Con mis temas de Vanessa Añez no he podido superar a Ubalele.
¿Qué deberían hacer los músicos para que les vaya mejor?
En Bolivia somos mucho de criticar al que está subiendo. No tengo tiempo para envidias y críticas, todo lo que apague mi sonrisa lo descarto y eso lo aprendí con los años. Les digo a los músicos que no se bajoneen y que inviertan porque las cosas gratis no salen bien, pero todo depende mucho de hasta dónde quiere llegar cada uno. En esta carrera es muy importante creérsela, cuando subo, debo creerme mejor que Madonna, aunque suene pedante, pero tengo claro que cuando bajo, soy igual que todos.
Es muy notoria la evolución de tu figura.
Siempre fui flacuchenta, la cintura siempre la tuve, las piernas delgadas también, pero era menos sexi. La madurez y seguridad de alguien se notan. Antes era muy distinta, hoy soy más agresiva. Ahora me la hago fácil, sé que mi imagen es fundamental en esta carrera, por eso estoy pendiente. Todo este cambio salió de mi lanzamiento como solista.
¿Cirugías y cuidados?
Cuando empecé en Poker me puse senos y hace tres años que me operaron la nariz porque era anchinga. En el rostro, Carola Nostas me hace un tratamiento que se llama plasma; uso crema antiarrugas desde los 20 años, recurro al bótox y a la limpieza periódica de cutis.
Tu hijo mayor sigue tus pasos. ¿Y si no estudia una carrera universitaria?
Es que como yo la vivo, la música sí es una carrera. Si José Luis opta por eso y no por una carrera tradicional, que le meta, y aunque yo le parezca trillada, lo que siempre le diré es que, en lo que haga, que sea el mejor.
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